El café contiene más de mil elementos y sustancias aromáticas, y sin duda es la bebida más rica y compleja que llega a nuestra mesa. Cuando bebemos café, al llevar la taza a la boca con la nariz se capta el perfume, y al degustarlo se reconoce un sabor particular que proviene de una cierta variedad de planta, una determinada región, una madurez del grano, una temporada de cosecha y de un productor con su propia historia y cultura. Conocer y reconocer el origen y el recorrido que sigue este producto agrícola es una exigencia actual de los consumidores cultos y conscientes.
En el café de Oaxaca confluyen biodiversidad, cultura y territorio. Su compleja geografía, climas y paisajes, y la vasta riqueza cultural de sus numerosos grupos indígenas y mestizos se expresan en el café que se siembra en el estado desde 1830.
En Oaxaca se cultiva principalmente café orgánico de sombra que aporta importantes servicios ambientales con la captura de carbono y el mantenimiento de suelos. Estos agrosistemas forestales cafetaleros son hábitat de muchas especie de flora y fauna, y ofrecen cobijo a las aves migratorias. Pensemos por un momento que una taza de café nos acerca, nos convierte en buenos anfitriones, nos acompaña en negociaciones y confidencias, y nos reconforta al comenzar o finalizar la jornada.