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Aspira a un mundo sin coyotes

Escrito por: Jo Corona octubre 26, 2016
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Salomón García Moreno encabeza la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas de Oaxaca (UNTAO)

Hace 20 años, el caficultor oaxaqueño Salomón García Moreno detectó que todos los pequeños productores del campo debían pasar por un intermediario comercial o coyote para vender sus productos, quienes regularmente les compraban por debajo del precio del mercado.

“En todos los productos mexicanos hay intermediarios: sorgo, maíz, frijol, café. ¿Dónde no hay coyotes? En todos los productos agrícolas los hay”, planteó Salomón, quien ante dicho problema ha ido fraguando una alternativa. “¿Qué hacemos nosotros? Organizamos a los productores de café”.

“La única manera de enfrentar al mercado es ir juntos. Un sólo productor en campo no la va a hacer. Si está solo a todo campesino se lo comen vivo”. Con esta claridad en su diagnóstico, Salomón, quien nació en el “Pueblo abajo de las nubes” o Santiago Xanica, ubicado en la región zapoteca, municipio de Miahuatlán, encabeza la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas de Oaxaca (UNTAO), una empresa social que se dedica en su beneficio seco al acopio, procesamiento y exportación del café que recibe de 10 mil familias productoras en el estado.

La sede de la UNTAO se localiza en las afueras de la ciudad de Oaxaca. Al beneficio llega de diversas comunidades el café pergamino en costales de yute o henequén y ahí es muestreado, limpiado, clasificado, vendido y alistado para su exportación. Pero, a diferencia de como opera en la mayoría de los casos, en la UNTAO Salomón y su equipo de trabajo integran al productor en el proceso, lo capacitan e incluso le dan a probar su propio café después de haberlo tostado y catado. Usualmente el productor desconoce lo que pasa con su grano una vez que lo vendió al coyote, y esta ignorancia se presta a muchos abusos.

“La UNTAO es una empresa social y funge como un aliado en la cadena comercial, porque no es un intermediario”, subraya Salomón. “Siempre buscamos el beneficio común, somos solidarios. El productor que llega aquí nos dice ‘compra mi café’ y les decimos ‘no, no te vamos a comprar’. Mira, danos una muestra o tráenos tu café y lo analizamos físicamente”. La filosofía detrás es que no puede haber productor pobre con intermediario y tostador rico, sino que todos deben estar y vivir bien.

Poco a poco han ido logrando ese cometido. Un kilo de café convencional en campo vale quizás 25 o hasta 35 pesos kilo, pero en la cosecha anterior lograron posicionarlo en 48 pesos, un incremento del 60 por ciento, gracias a un modelo de relación directa y solidaria entre el productor y el cliente final.

En el fondo, Salomón y su equipo han entendido que el día que los caficultores sepan catar su café y conozcan la calidad de su producto podrán vivir de manera digna.

“El sueño es llegar al mercado de economía directa y solidaria. Como productores queremos eliminar al intermediario, al coyote, como regularmente se le conoce en las comunidades”, concluye.

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